sábado, 12 de septiembre de 2009

Crónicas de Lomas

Hay que acabar con estos cuervos grises, Wilson, antes de que nos devore el amanecer.
Paredes de sangre seca se cuarteaban con el sol puro.
Parece lo mas noble arrancarnos los dedos antes de que intenten comernos, wilson, creo que es la hora del sol naciente.
Y las aguas de musgo transformaban las plantas y los pastos en un puré ácido. Esperabamos que aquel desprendimiento del sol no nos calcinara en un segundo.
Es hora de hacer las cosas bien wilson.
Pero cuando observé a wilson, estaba comiendo, desgarraba con sus dientes un cuervo blanco, tenía la mirada muerta; la mirada de un niño desdichado y con hambre. Comiendo ese cuervo habia tambien devorado parte de sus dedos.
El cielo se desprendió como un techo corredizo y fue succionado por el espacio.
Wilson cantaba sin pánico ni miedo:

hoy las olas son de arena
hoy el viento huele a mierda
es gracias a la ginebra
y a tu pobre corazon!

No vacilé en el momento de salir corriendo, tenía que llegar a mi transformación azul o mi estomago se transformaria en una bomba volcán.
Wilson durmió parado con la mitad del cuervo dentro de su boca y la otra mitad fuera, con la cara de niño triste. Tenia los pantalones beige manchados de esperma, y una quietud desesperante.

Por suerte llegué, me transformé. Comenzó la era de las razas azules y de los soles absolutos. Habia comenzado. Era el tiempo de...

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