lunes, 26 de julio de 2010

Desinfección.

Salí a mi balcón y vi como estaban fusilando gente en mi jardín; el frío doloroso que reía en mis pulmones me hizo mostrar un gesto casi antipático y volví a entrar a mi habitación.
Seguí escribiendo mis cartas de guerra. Mis memorias, y mis más dulces dolores. Para eso de las 6am desperté y me hice un buen vaso de leche, pura y rebosante de sanidad.
Mis pulmones, respondiendo mal, no ayudan en mis días púrpuras, pero mal que mal me dejan disfrutar ese vaso de leche.
Descanse y dormí todo lo que pude pero mis memorias siguen atacando la corteza cerebral de alguna manera… el picazón de la barba y la falta de humo logran distraerme un poco de eso. La suma de otro dolor hace que el primero y más doloroso se opaque, porque el cerebro necesita dividirse para registrar varios dolores. Es una técnica de combate; de resistencia.
Quizás les suene irrisorio, pero esto hace que este viejo general, hoy, duerma sin soñar con toda la sangre perdida en batalla ni toda la verdad de este mundo horroroso.
Por eso algunos me confunden de masoquista… pero no saben que si yo solo dejara aflorar es único dolor imborrable, moriría fusilado en mi propio cuartel.

1 comentario:

Maru dijo...

Qué remate..poético y desolador. Es uno quien se mata o se da vida.
Hace mucho que no pasaba por acá.