lunes, 26 de octubre de 2009




Piel, piel, piel, pliego, piel, pliego de piel; rosa cae y derrite contra un indiscutible falo. Es como una frutillita que arde en el brillo de los poros, y unos ojos celestes con la ternura de dios descansan cubiertos de un cabello dorado como el pastizal alemán. Un bordado delicado. Una respiración frágil y debilitada. Es el azúcar pegado en el borde del vaso y la felpa rosa de una estudiante en celo, con sus libros desparramados junto a sus cds nefastos.
El rojo calor, la fiebre, y la enfermedad en unos segundos infinitos esperando la infinita siesta.

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